Testimonio oral. Alcabón (TOLEDO)

MATÍAS RODRÍGUEZ DÍAZ (1922-2007). Testimonio. Abogado y Secretario del Ayuntamiento de Toledo.

Mi ideología conservadora no la puedo ocultar porque trabajé toda mi vida en la administración. Desde la función pública aporté mis conocimientos en derecho para legislar el ordenamiento jurídico castellano manchego a partir de 1982, junto al primer presidente preautonómico, Gonzalo Payo. Y por supuesto, conozco muy bien la historia de mi pueblo: Alcabón.

 Pertenezco a una familia acomodada de la villa, “de derechas”, si así lo prefieres. Durante la Segunda República no existió en Alcabón una lucha de clases tan intensa como en Santa Olalla o Torrijos, debido a la figura del cura párroco, Jesús Alía López, natural de Escalonilla. Este sacerdote ejerció su autoridad moral y política sobre todos los vecinos, hasta su fallecimiento en 1934.

Una vez estallada la guerra civil, el alcalde socialista, Tomás Campos, fue el artífice de que  no se cometiera asesinato alguno contra sus convecinos de ideología contraria. Pero, sin embargo, los falangistas de Arucas (Canarias), a su llegada a Alcabón en septiembre de 1936, le propinaron una gran paliza que le obligaron a andar con muletas el resto de su vida. Pero los habitantes conservadores de Alcabón reprocharon esta actuación y otras muchas de los falangistas.

Pero no hay que confundir el comportamiento de moros o falangistas con la del resto de vecinos y militares profesionales. De hecho, el primer alcalde franquista denunció la actuación de la Falange de Canarias. Ocurrió que a la llegada de las tropas nacionales a Alcabón, el 21 de septiembre de 1936, la Casa del Pueblo quedó abandonada y sus muebles, junto con dinero, fueron depositados en el Ayuntamiento el día 8 de octubre de 1936 por orden de la autoridad militar que acababa de ocupar la plaza. Pero el día 4 de noviembre, los citados falangistas irrumpieron violentamente en la casa consistorial y, mediante amenazas, bajo el pretexto de que serían entregadas a la Suscripción, se apoderaron del dinero. Los hechos fueron denunciados por la nueva  Comisión Gestora que gobernaba el municipio y el Juez Militar siguió procedimiento sumario contra ellos.

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SINOPSIS.

La  Falange en Canarias cumplirá un importante papel represor en la comarca de Torrijos dentro de los primeros meses de la guerra. En las islas, cientos de jóvenes falangistas van a ser encuadrados militarmente y nacerá el Batallón de voluntarios canarios. Los militares rebeldes ven a estos como la fuerza de choque civil adecuada para asegurar la retaguardia.

Según la información procedente de la propia prensa canaria, eran muchos los voluntarios que querían ir al frente, pero, finalmente, sólo saldrán 700 con destino a la Península. El Jefe de la milicia falangista, el Teniente Larrea, los convocó, el día 18 de agosto de 1936, en la calle Buenos Aires nº 35 de Las Palmas(Diario Acción, 19/08/36). Los grupos más numerosos procederán de la capital de la isla y de Arucas, al mando de su alcalde interino Antonio Millán Rodríguez.

El mismo día de la partida de los expedicionarios canarios, el Comandante Militar de Gran Canaria añade un incentivo importante para los que marchan al frente, reservándoles el destino, empleo y puestos de trabajo que ostentan y la obligación de sus patronos de abonar a sus familias sueldos y jornales. *(Adición al Bando, firmado por José Cáceres, Comandante Militar de Gran Canaria en Acción, 7/9/36).

La tarde de sábado, 5 de septiembre de 1936, se embarcaron en el vapor Dómine con dirección a Vigo, para posteriormente viajar a Cáceres en tren. La toma de Talavera se verifica el día 3 de septiembre, nueve días antes de la llegada de las milicias canarias. A la ciudad de la cerámica llegan el día 12 de septiembre y allí les espera un destino distinto al que ellos creían: el trabajo en la retaguardia y no el de luchar en el frente.

Una vez llegados a Talavera instalan allí su cuartel general, supeditados a las órdenes del mando central militar, que pronto les anuncia la tarea que tienen reservada: la limpieza en la retaguardia.

(1)  Entrevista realizada en mayo del año 2003.

(2) Libro de actas municipal: hoja suelta facilitada por Matías Rodríguez Díaz.

(3) MILLARES CANTERO, SERGIO: Los falangistas canario en el frente de Toledo; Ediciones Universidad Castilla La Mancha; Cuenca 2008. Congreso Ciudad Real.

 

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Juan Antonio Morales Gutiérrez
moralesgutierrez@telefonica.net

Después de "Una memoria sin rencor", Juan Antonio Morales Gutiérrez y Belén Morales Pérez, padre e hija, presentan la segunda entrega de la trilogía, que es independiente de la primera. Pese a que algunos de sus personajes principales aparecen en ambas narraciones, "Secuelas de una guerra" no es una continuación de aquella; aunque comparten el mismo espíritu y denominador común: narrar acontecimientos históricos con nombres y hechos verdaderos. Este segundo volumen se inicia en julio de 1936, con el asalto al cuartel de la Montaña en Madrid, continúa con los sucesos de Paracuellos del Jarama y finaliza en la primavera de 1981, tras el fallido golpe de Estado del 23-F. Pedro Rivera, alcalde derechista de Gerindote (Toledo), huye a Madrid tras ser expulsado de su pueblo después de la victoria del Frente Popular en los comicios de febrero de 1936. Tras el golpe de militar del 18 de julio, esconde en su portería del barrio de Argüelles a un exministro de la CEDA perseguido por la revolución miliciana, Federico Salmón Amorín. El destino de ambos es la cárcel Modelo de la capital y su posterior asesinato en Paracuellos del Jarama. Después aparecen nuevos personajes, todos ellos militantes del Partido Comunista, uno de los cuales interviene desde el exilio en la resistencia contra el régimen de Hitler y la frustrada invasión del Valle de Arán. Cada uno de sus episodios ha sido extraído fielmente de un hecho verídico; cada uno de ellos tiene una existencia real y una personalidad auténtica. Esta es la historia de esos hombres que sobrevivieron o murieron luchando contra el fascismo. "Secuelas de una guerra" es una novela de reconciliación, de amores, sentimientos y de ausencias, que utiliza el recurso de hacer regresar al pasado bélico a sus protagonistas, mientras relatan cómo vivieron la posguerra y la transición democrática en España.

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