Segunda República en Torrijos (TOLEDO). José Fiscer Barbeyto

José Fiscer Barbeyto nace en el año 1882 en el pueblo de Morón de la Frontera (Sevilla). Sin embargo, sus antepasados familiares se relacionan con el municipio de La Carolina (Jaén), de donde es oriundo el apellido Fiscer.

Las saga de los Fiscer, de ascendencia alemana, llegaron a Sierra Morena a finales del siglo XVIII, en el seno de las repoblaciones andaluzas que derivaron en la creación de las “Nuevas Poblaciones de Andalucía y Sierra Morena” a partir de  1767, durante el reinado de Carlos III.

José Fiscer tuvo familia y vínculos personales en la localidad de La Carolina, como así lo revela su propio testimonio expuesto en la cárcel de Talavera de la Reina en 1941. Aquí, ante el juez militar, para demostrar sus antecedentes, afirma haber sido educado en el seno de una familia católica y religiosa, en el municipio jienense.

Durante su estancia andaluza, José Fiscer se licenció en Medicina y Cirugía, oficio que ejerció durante gran parte de su vida, siguiendo la tradición de formación universitaria de su estirpe. Así, en la “Memoria del estado de la Universidad de Granda” publicada en 1894, aparece un Benigno Fiscer y Barbeyto, hermano de José Fiscer, natural de La Carolina (Jaén), Licenciado como Bachiller por la Universidad de Granda entre 1887-1890.

José Fiscer se licenció en Medicina en la Universidad de Granada, al igual que su hermano Benigno, y otros muchos destacados profesionales de la época, como los hermanos Manuel y Niceto Alcalá-Zamora, Fernando de los Ríos, o Francisco Giner de los Ríos, debido al prestigio profesional de esta universidad y ser un centro reconocido en Andalucía.

Aunque comenzara a ejercer su profesión en diversos destinos,  rápidamente se afincaría en el pueblo toledano de Torrijos, en el año 1922. Aquí armoniza la medicina  con la política, de forma permanente, hasta 1936. En esos 14 años de estancia en tierras toledanas se convierte, por su talante educado, intelectual, moderado y afable, en una persona destacada en la provincia de Toledo, rodeándose en todo momento de los sectores más relevantes de la sociedad toledana. En este periodo, José Fiscer inicia su carrera política evidenciando las inquietudes por resolver los problemas social de la provincia de Toledo y de su municipio de acogida, y ya a finales de los años 20, durante la Dictadura militar de Primo de Rivera, ejerce como teniente de alcalde de Torrijos.

José Fiscer ya gozaba de un gran  prestigio, dada su formación intelectual y su enorme disposición política; a pesar de haber participado en un gobierno monárquico dictatorial. Por ello, tras la caída de la monarquía en 1931, se convierte  en uno de los más firmes candidatos para ocupar destacados puestos de responsabilidad en la naciente República.

Con la convulsa proclamación de la Segunda República, José Fiscer vuelve al ayuntamiento de Torrijos como teniente de alcalde;  pero en este caso en la candidatura republicano-socialista que encabezada el también facultativo Agustín Ribera Cebolla.

Desde el primer momento, Fiscer se vincula con los partidos más moderados del panorama político republicano: primero en Derecha Liberal Republicana y luego en Izquierda Republicana. La primera formación era liderada por el político Niceto Alcalá Zamora, andaluz  y  licenciado en la misma Universidad de Granada, con el que Fiscer compartirá un perfil muy similar.

Es nombrado Presidente de la Diputación de Toledo en abril de 1931. Durante su mandato, hasta noviembre de 1933, Fiscer se caracterizó por su moderación y tolerancia con todas las tendencias políticas y organizaciones religiosas. Así, su amigo personal Agustín Conde afirma en una carta en 1940, con el objetivo de limpiar su nombre de cara a las nuevas autoridades franquistas, que Fiscer, apostó en todo momento por el mantenimiento de los centros de beneficencia provincial toledanos de las Hermanas de la Caridad, y que por su defensa de los hospitales y centros de asistencia religiosos.

Durante este mandado de dos años al frente de la diputación toledana, Fiscer, impulsa nuevos proyectos para la provincia, como la inauguración del Hospital Provincial de la Misericordia de Toledo, dependiente de la Diputación provincial, en un acto celebrado el 23 de enero de 1933. A la ceremonia asistieron las máximas autoridades del Estado: el presidente de la República, Niceto Alcalá Zamora, y Manuel Azaña, presidente del Gobierno. La ceremonia se pudo realizar gracias a la colaboración de la Academia de Infantería y de la Fábrica de Armas. Durante el acto, el presidente de la República, Niceto Alcalá Zamora, hizo entrega al presidente de la Diputación Provincial de Toledo de un donativo de mil pesetas, dedicado a la adquisición de un microscopio modelo ESA94, que según el libro evidenciaba la preocupación por potenciar la investigación en el nuevo Hospital.

Tras las elecciones generales de noviembre de 1933, José Fiscer es  destituido como presidente de la Diputación de Toledo. A partir de ahí, empieza para el médico un periodo de crisis política, que coincide con la desaparición y refundación de Derecha Liberal Republicana, el partido  conservador al que Fiscer pertenecía desde 1931.

Entre 1933-1936  Fiscer se mantiene apartado de la actividad política  por desilusión y falta de identificación con ningún proyecto. En estos años Fiscer centra su actividad profesional como médico en Torrijos. Pero en 1935  se afilia al partido Izquierda Republica, impulsado por el ex presidente del gobierno Manuel Azaña. Pero este nuevo encuadre político de Fiscer no fue tomado por convencimiento político, si no forzado por los acontecimientos políticos del momento, según su abogado Agustín Conde. Éste afirma que su defendido se afilia en 1935 a IR “para defenderse de los ataques de los rojos en Torrijos”.

Tras el triunfo del Frente Popular en los nuevos comicios de febrero de 1936, el gobernador civil exige a Fiscer su reincorporación como teniente de alcalde del ayuntamiento de Torrijos, cargo que ocupaba en noviembre de 1933. Y tras el golpe militar del 18 de julio de 1936, sufre los dos peores meses de su vida que son narrados más ampliamente en el libro «Torrijos 1931-1944. La Guerra Civil».                  Tras la llegada de las tropas franquistas a Torrijos, en septiembre de 1936, se marcha a distintos lugares de la provincia de Valencia, hasta que en 1939 es detenido. Según su propio testimonio se mantuvo apartado de toda actividad política, como lo evidencia su rechazo total a la oferta que le hacen las autoridades republicanas valencianas de ingresar en el Cuerpo de sanidad militar.

En Valencia, Fiscer afirma residir en la Calle Cuarte 61 donde mantiene una excelente relación con sus vecinos, y donde relata y afirma su apoyo al Auxilio Azul (asociación clandestina potenciada por FET-JONS de apoyo a los presos políticos falangistas en las cárceles republicanas) y a los presos locales de derecha en Valencia. Concretamente, en este testimonio se afirma como su hija Josefa (Pepita) Fiscer, se acercaba a la prisión cercana a su domicilio del Quart de Valencia (por cercanía y por importancia, debe referirse a la Prisión del Convento de Santa Úrsula, ubicada junto a las Torres del Cuart, y a escasos metros del domicilio de la familia Fiscer en Valencia) para ayudar y mantener a presos de derechas locales, con los cuales José Fiscer, presumiblemente, mantendría conversaciones e intercambio de información de la evolución del frente de guerra.

Así mismo, durante su estancia en la retaguardia republicana durante la guerra civil, José Fiscer ejerció otros cargos profesionales relacionados con la medicina. Así,  según afirman los documentos de su juicio sumarísimo, José Fiscer, desde marzo de 1937 hasta 1939 ocupa el cargo de Director del Hospital Tracomatoso (Anti-tracomatoso según otros documentos) de Campanar-Valencia como jefe médico local afirmando, según fuentes documentales, en aquellas épocas sus simpatías con el movimiento nacional. Según Tomas Peset, Inspector Provincial de la Valencia republicana, afirman, no obstante, que Fiscer ocupa su cargo a partir del 9 de marzo de 1938.

Tras la entrada de las tropas franquistas en Valencia el 30 de marzo de 1939, José Fiscer, como muchos republicanos locales que no pueden (o quieren) marchar hacia el exilio (se afirma en los documentos que las autoridades hacen repetidas ofertas para marchar al exilio a José Fiscer que éste rechaza, seguramente motivado por su convencimiento en no haber tenido ninguna responsabilidad penal o criminal durante el periodo republicano), marcha de la recién tomada capital política de la Republica hacia el interior del país donde poder pasar desapercibido en el anonimato y retomar su vida profesional con normalidad.

Así, en algún momento entre marzo-julio de 1939, José Fiscer marcha a Madrid. Sin embargo, ya terminada la guerra civil e iniciada la dictadura franquista, se pone en marcha la maquinaria represiva de la nueva dictadura franquista. Desde septiembre de 1936, Torrijos había quedado en manos de las tropas franquistas y es de suponer que desde ese momento se fomentan las denuncias de los vecinos contra los dirigentes republicanos, entre los cuales estaban los responsables locales del Ayuntamiento del Torrijos republicano Rivera y Fiscer, que son delatados a las autoridades franquistas como responsables de los abusos supuestamente cometidos por las autoridades republicanas locales.

Frutos de estas denuncias de los vecinos de Torrijos contra el Teniente de Alcalde José Fiscer, el estado franquista inicia su búsqueda, que finaliza cuando el medico republicano es detenido el día 6 de julio de 1939 en la Calle Cuesta Zarza 6 de Madrid (desconocemos si se trata de la actual Calle Zarza de Aravaca), y trasladado automáticamente por una pareja de la Guardia Civil a la Cárcel de Torrijos, donde es incomunicado acusado de graves delitos durante sus cargos políticos municipales. En este proceso de investigación contra su persona, se le incauta su cartera personal profesional de la Federación de Sindicatos Médicos nº853.

A partir de este momento,  entre julio de 1939 y mayo de 1945, se inicia el periplo de José Fiscer por las cárceles franquistas de postguerra, pasando sucesivamente por las prisiones de Torrijos, Toledo y Yeserías-Madrid, durante más de 5 años de constantes juicios sumarísimos, acusaciones y represiones  políticas que convierten los últimos años de su vida en un auténtico calvario, que mina su salud física y que debilita gravemente su figura profesional y personal, a pesar de su perfil moderado y conservador, y de sus amistades entre las clases acomodadas, e incluso entre los dirigentes falangistas de la nueva España franquista.

A partir de 1939, el nuevo estado franquista inicia un expediente de depuración de responsabilidades contra José Fiscer Barbeyto en el que vierten todas las acusaciones que hacen contra él. Así, en 1939 se inicia un expediente contra Fiscer en el que se le acusa de ser vicepresidente del Comité local (confundiéndose el Comité del Frente Popular en el que ni Fiscer ni Rivera participaron jamás, con el Ayuntamiento local), y de ordenar entre el 20-22 de julio de 1936 como Presidente del Comité Local (haciendo referencia a los 16 días en que fue Alcalde en funciones de Torrijos) el registro minucioso de los domicilios de personas de derechas de Torrijos para recoger armas, estando él personalmente presente en ese proceso (por ejemplo en la casa de los Yebenes).

Así mismo, en una primera declaración realizada el 4 de agosto de 1939, además de hacer un recorrido por sus cargos políticos, se le acusa de formar parte del Comité del Frente Popular de Torrijos  en 1936 (algo falso como hemos visto), y se le considera “gran entusiasta” de la figura personal de Marcelino Domingo Sanjuán, dirigente del Partido Radical Socialista y del futuro Partido Radical Socialista Independiente, algo en lo que insiste en 1940 el entonces Alcalde de Torrijos, acusándose de haber sido el fundador y presidente en Torrijos del Partido Radical Socialista de Marcelino Domingo, algo que Fiscer desmiente afirmando únicamente haber formado parte de los partidos DLR e IR.

El 18 de noviembre de 1939, estando aun recluido en la Cárcel de Torrijos (donde debió estar entre julio de 1939 y febrero de 1940, a partir de lo cual es trasladado y permanece en Toledo), se le acusa por primera vez del asesinato del Cura de Carriches (el mencionado Eduardo Martínez Casa) el cual, en una fecha indeterminada de los primeros días de la guerra civil se refugia en Torrijos en la casa de Rufino Díaz Carrillo y, al ir al domicilio personal de José Fiscer a verle para pedirle protección se topan en su domicilio con una guardia de milicianos del Comité local y al llamarle para la entrevista personal, éste no acude, abandonándolo a su suerte y provocando su posterior asesinato por los milicianos. En esta vista, además se le acusa de que durante los días 20-21 de julio de 1936, siendo Alcalde provisional abre la Casa Cuartel de la Guardia Civil de Torrijos para que fuese saqueada. Ante ello, 5 días después, Fiscer declara que no fue avisado por los milicianos de la presencia del Cura de Carriches, motivo por el cual no le pudo atender y proteger, y negando rotundamente el asalto al Cuartel.

La primera condena firme contra José Fiscer tiene lugar el 15 de marzo de 1940 en Toledo, cuando las autoridades franquistas le condenan por primera vez a 30 años de cárcel, acusándoles además de los delitos mencionados, de haber forzado a las personas adineradas de Torrijos a entregar sumas de dinero depositadas en una cuenta a nombre del Comité local de Torrijos en el  Banco Español de Crédito, de detener a todos aquellos que se negaran a hacerlo y de ordenar a milicianos locales a incautarse alhajas de la iglesia local.

Ya el 6  de febrero de 1940, José Fiscer figura como trasladado y recluido en la Cárcel Provincial 2 de Toledo, condenándole nuevamente  a 30 años de cárcel. Además, en estos nuevos juicios que se llevan a cabo contra Fiscer en Toledo, se le añade el ser responsable, por su responsabilidad al frente del Ayuntamiento de Torrijos, de la muerte el 13-14 de agosto de 1936 de los hermanos Yebenes, Ildefonso Martin, Ildefonso Martin Montero, Julio González Sandoval, Fausto Gallarza Cebeira, Antonio Montero Cebeira, Florencio del Castillo Martínez, Florencio del Castillo Cebeira, y Eduardo Moreno Montero.

Es en este contexto cuando José Fiscer, en el seno de uno de los numerosos juicios que se comenten contra él, escribe una carta de defensa el 1 de abril de 1941 en la Prisión Provincial Habilitada 2 de Toledo, que supone un auténtico alegato defensivo que evidencia la amplia formación intelectual de Fiscer. La carta, de varias hojas por las dos caras de extensión, tiene varias partes. Empieza Fiscer excusándose de todos los delitos y cargos en su contra por un alegato en el que usa y se fundamenta en la jurisprudencia alemana para argumentar el principio del deber cumplido y tratar de justificar sus acciones en el deber de  los cargos para los que fue designado en época republicana.  Remarca su pertenencia a partidos republicanos de corte moderada, ya mencionado, su pasado en la Dictadura primorriverista, los ya mencionados hechos relatados anteriormente de sus experiencias y cargos políticos en época republicana.

Permanece en la misma prisión toledana, donde se ratifican en sucesivos juicios militares sus condenas a 30 años de cárcel por su responsabilidad política en Torrijos hasta el 1 de enero de 1944 cuando, contando ya con 60-61 años de edad y con una salud debilitada por su estancia durante 5 años en las duras cárceles franquistas, es trasladado al Hospital Penitenciario Eduardo Aunós. Se vuelve a confirmar su condena a prisión e incluso se le llega a condenar a muerte en Madrid el 13 de marzo de 1944, suponiendo todo ello una autentica tortura permanente para un ya muy debilitado José Fiscer.

En las Prisiones de Toledo permanece José Fiscer entre el 6 de febrero de 1940 hasta, al menos el 26 de marzo de 1944 cuando figura en los expedientes ya como preso en la Cárcel de Yeserías-Madrid, una de las más duras y hacinadas prisiones del Madrid franquista, donde se le vuelve a condenar, en un juicio en Madrid el 3 de abril de 1944, y a pesar de los numerosos testimonios y escritos de destacados falangistas toledanos y valencianos  a su favor, en un consejo de guerra militar a 30 años de cárcel, contando ya con 61 años de edad.

A lo largo de su expediente militar, encontramos dos interesantes y valiosísimos documentos de liquidación de tiempo de condena, expedido por las autoridades franquistas, en los que se detalla su permanencia en prisión. En un primer documento  fechado en Madrid el 18 de agosto de 1944, se afirma que Fiscer es encarcelado por primera vez el 4 de agosto de 1939 (poco menos de un mes después de su detención en Madrid)  y hasta el momento lleva ya 5 años y 14 días de cárcel, quedándole aun 24 años de prisión.

La situación de Fiscer, no obstante, mejora considerablemente a partir de 1945. Según Morales Gutiérrez, las gestiones y consejos de su amigo Agustín Conde, y la actitud del régimen franquista de dulcificar y moderar la represión política ante la victoria aliada en la II Guerra Mundial contra las potencias nazi-fascistas en Europa, motivó que muchos presos políticos y represaliados republicanos se vieran positivamente favorecidos por las rebajas de penas de las autoridades franquistas a lo largo de este año de 1945.

Y Fiscer, es uno de esos muchos beneficiados por esta moderación del régimen franquista. Así, José Fiscer es incluido en un documento de libertad condicional vigilada en la Prisión Escuela de  Madrid el 31 de mayo de 1945. Así, se establece que José Fiscer, ya con 63 años de edad, se le reconoce como beneficiario de una orden del 31 de mayo de 1945 (sin embargo en el BOE del Ministerio de Justicia se fecha el 29) según la cual se le concede la libertad condicional, obligándole a fijar su residencia en Madrid bajo la vigilancia permanente de la Junta Provincial de Libertad Vigilada. Fruto de ello, José Fiscer Barbeyto es liberado oficialmente de la Cárcel de Yeserías de Madrid el día 31 de mayo de 1945, después de casi 6 años de cárcel en Torrijos, Toledo y Madrid por unos delitos que nunca llegan a ser probados.

Finalmente, en una última condena en Madrid el 4 de septiembre de 1950, se le conmuta la pena de 30 años de reclusión mayor (cárcel) por el que es acusado inicialmente por el de 20 años de reclusión menor (libertad vigilada), lo cual es confirmado en un segundo documento de liquidación de tiempo de condena fechado en Madrid el 28 de septiembre de 1950, en el que, además, prevé la extinción de la condena para el 3 de agosto de 1959.

Ya en libertad condicional vigilada desde mayo de 1945, José Fiscer fija su residencia obligada en Madrid, donde aún sobrevive, ya muy dañado física y anímicamente, 14 años más. Allí Fiscer, muy mediatizado por sus muchos años de cárcel y condena, aguanta las ultimas condenas judiciales dadas en 1950 apenas 9 años después, hasta fallecer definitivamente en su domicilio de la Calle Sagasta 34 de Madrid el 31 de enero de 1959 a los 77 años de edad, siendo enterrado en el Cementerio de San Justo de Madrid, donde continua enterrado.

 

 

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Juan Antonio Morales Gutiérrez
moralesgutierrez@telefonica.net

Después de "Una memoria sin rencor", Juan Antonio Morales Gutiérrez y Belén Morales Pérez, padre e hija, presentan la segunda entrega de la trilogía, que es independiente de la primera. Pese a que algunos de sus personajes principales aparecen en ambas narraciones, "Secuelas de una guerra" no es una continuación de aquella; aunque comparten el mismo espíritu y denominador común: narrar acontecimientos históricos con nombres y hechos verdaderos. Este segundo volumen se inicia en julio de 1936, con el asalto al cuartel de la Montaña en Madrid, continúa con los sucesos de Paracuellos del Jarama y finaliza en la primavera de 1981, tras el fallido golpe de Estado del 23-F. Pedro Rivera, alcalde derechista de Gerindote (Toledo), huye a Madrid tras ser expulsado de su pueblo después de la victoria del Frente Popular en los comicios de febrero de 1936. Tras el golpe de militar del 18 de julio, esconde en su portería del barrio de Argüelles a un exministro de la CEDA perseguido por la revolución miliciana, Federico Salmón Amorín. El destino de ambos es la cárcel Modelo de la capital y su posterior asesinato en Paracuellos del Jarama. Después aparecen nuevos personajes, todos ellos militantes del Partido Comunista, uno de los cuales interviene desde el exilio en la resistencia contra el régimen de Hitler y la frustrada invasión del Valle de Arán. Cada uno de sus episodios ha sido extraído fielmente de un hecho verídico; cada uno de ellos tiene una existencia real y una personalidad auténtica. Esta es la historia de esos hombres que sobrevivieron o murieron luchando contra el fascismo. "Secuelas de una guerra" es una novela de reconciliación, de amores, sentimientos y de ausencias, que utiliza el recurso de hacer regresar al pasado bélico a sus protagonistas, mientras relatan cómo vivieron la posguerra y la transición democrática en España.

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