Segunda República en Escalona (Toledo)

En esta población, desde cuyo esplendoroso castillo se divisa el río Alberche, durante el primer periodo de la Segunda República, los periódicos El Castellano, Informaciones y El Heraldo de Toledano se hicieron eco de las divergencias surgidas  entre el líder de la derecha local, Felipe Sánchez Cabezudo, y el médico, Alejandro Rodríguez del Val. Este no tenía una ideología política definida. Sin embargo,  el citado terrateniente siempre conservó su mismo ideario político y sería el líder provincial del Partido Agrario.

Este facultativo rural era un viejo monárquico que también había ejercido como primer edil de Escalona en los últimos años de la Dictadura de Primo de Rivera. Pero con la llegada de la República, como tantos otros, estos veteranos políticos adaptaron su ideología al nuevo régimen. El doctor Rodríguez del Val tuvo que afiliarse a UGT para poder defender mejor sus intereses. Temía perder de la propiedad de su extensa finca embargada por el Ayuntamiento para responder de la deuda que contrajo cuando ejerció el de primer edil.

Retrocediendo en el tiempo años atrás, el 18 de abril de 1928,  Sánchez Cabezudo y Rodríguez del Val, recibieron bajo palio al polémico cardenal Segura, arzobispo de Toledo, con ocasión de su viaje a Escalona para celebrar la entronización del Sagrado Corazón de Jesús. Como se disputaba el poder municipal desde entonces, los dos se odiaban mutuamente. Por este y otros motivos, tras la proclamación de la Segunda República, el líder agrario se empeñó en seguir detentando el poder municipal e iniciar acciones judiciales contra el galeno por su gestión anterior al frente del Ayuntamiento.

Pero sería Bibiano Díaz el primer alcalde republicano de la villa, en el año 1931, aunque dirigido por Sánchez Cabezudo. Este prefirió que fuera el guarda de sus fincas, y no él, quien estuviera al frente de la Corporación, según sus afirmaron sus detractores. Sin embargo, el líder agrario argumentó que no podía dedicar el tiempo necesario a su pueblo y que con éste testaferro se defendían mejor los intereses del Ayuntamiento. Pero no le fue fácil. Como en tantos pueblos de España, los viejos monárquicos pretendían hacer valer el artículo 29 de la ley electoral, para que no hubiese oposición y fuera elegida su candidatura única.

Fotografía de la plaza de Escalona en 1914. Colección del autor. En junio de 1936, esa cruz que adorna la plaza fue cambiada de sitio.

 

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Juan Antonio Morales Gutiérrez
moralesgutierrez@telefonica.net

Después de "Una memoria sin rencor", Juan Antonio Morales Gutiérrez y Belén Morales Pérez, padre e hija, presentan la segunda entrega de la trilogía, que es independiente de la primera. Pese a que algunos de sus personajes principales aparecen en ambas narraciones, "Secuelas de una guerra" no es una continuación de aquella; aunque comparten el mismo espíritu y denominador común: narrar acontecimientos históricos con nombres y hechos verdaderos. Este segundo volumen se inicia en julio de 1936, con el asalto al cuartel de la Montaña en Madrid, continúa con los sucesos de Paracuellos del Jarama y finaliza en la primavera de 1981, tras el fallido golpe de Estado del 23-F. Pedro Rivera, alcalde derechista de Gerindote (Toledo), huye a Madrid tras ser expulsado de su pueblo después de la victoria del Frente Popular en los comicios de febrero de 1936. Tras el golpe de militar del 18 de julio, esconde en su portería del barrio de Argüelles a un exministro de la CEDA perseguido por la revolución miliciana, Federico Salmón Amorín. El destino de ambos es la cárcel Modelo de la capital y su posterior asesinato en Paracuellos del Jarama. Después aparecen nuevos personajes, todos ellos militantes del Partido Comunista, uno de los cuales interviene desde el exilio en la resistencia contra el régimen de Hitler y la frustrada invasión del Valle de Arán. Cada uno de sus episodios ha sido extraído fielmente de un hecho verídico; cada uno de ellos tiene una existencia real y una personalidad auténtica. Esta es la historia de esos hombres que sobrevivieron o murieron luchando contra el fascismo. "Secuelas de una guerra" es una novela de reconciliación, de amores, sentimientos y de ausencias, que utiliza el recurso de hacer regresar al pasado bélico a sus protagonistas, mientras relatan cómo vivieron la posguerra y la transición democrática en España.

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