Real Madrid y Atlético de Madrid en la Guerra Civil.

 “Madrid y Atlético en la Guerra Civil”

Real y Atlético nacieron casi juntos, como dos mellizos, como las dos Españas de Antonio Machado: el primero fue inscrito oficialmente en 1902 y el segundo un año después. Pero, ¿cuándo arrancó la rivalidad? En sus inicios los hinchas de ambos equipos  compartían penas y glorias, haciendo gala de una sana amistad, siendo socios de ambos clubes. Las relaciones comenzaron a deteriorarse a partir de 1924, con la paulatina implantación del profesionalismo.

Un evento histórico muy relevante de su historia fue el intento de absorción del Real Madrid por parte del Atlético de Madrid después de la Guerra Civil: el Madrid fue investigado por su colaboración con el Frente Popular durante la guerra y el Atlético intentó  una especie de OPA hostil, una amenaza que el Madrid evito recurriendo a sus contactos con el ejército español.

Entre los detalles del pasado republicano madridista que suelen llamar la atención, se encuentran el origen de la franja morada del escudo —posiblemente un guiño republicano, aunque el club dice que es el color de Castilla— y la imagen de los jugadores madridistas puno en alto, en un partido homenaje a las Brigadas Internacionales o la desaparición del escudo de la corona real. Entre todo ello, destaca un nombre envuelto por el misterio: el de Antonio Ortega Gutiérrez, un militar burgalés que llegó a ser presidente del Real Madrid durante la Guerra Civil. Si tan enigmático resulta Ortega es porque ha desaparecido de todas las historias del club. En la sección dedicada a los presidentes de la página oficial del club, hay un hueco llamativo entre Rafael Sánchez-Guerra, que abandonó la presidencia poco después de la declaración de la guerra y Adolfo Meléndez, el primer presidente después del final de la contienda. Durante ella, el club fue incautado por el Frente Popular y dirigido por la Federación Deportiva Obrera. Ortega fue detenido tras acabar la Guerra Civil y murió ejecutado por los tribunales militares franquistas.

Curiosamente, ambos clubes proceden en sus orígenes de las burguesías de la periferia peninsular que emigraron a Madrid para realizar actividades comerciales. El primer presidente del Madrid, Juan Padrós, procedía de una familia catalana. Por su parte, Enrique Allende, el del eterno rival, mantenía una importante actividad comercial en León.

El Atlético alcanzó renombre nacional a partir de las ligas que consiguieron a comienzos de la etapa franquista (entre 1939 y 1941). En esa época, el trato de favor que los militares franquistas ofrecían al Atlético acentuó la rivalidad porque el equipo blanco había estado bajo control directo del Frente Popular durante la guerra. La imagen del Madrid como equipo de la burguesía o del Régimen y del Atlético como equipo popular proviene de los años 50, cuando el Madrid adquiere relevancia internacional, y de los años 60, cuando el estadio del Atlético se traslada a la ribera del Manzanares junto  a los barrios obreros de la capital.

La relación entre ambos clubes ha sufrido altibajos en función de sus resultados deportivos: cuando el Atlético tenía su momento glorioso en los años 70, el Madrid se encontraba en plena depresión. En general, las relaciones de carácter institucional han sido relativamente buenas hasta los años 80, cuando llegaron a los clubes personajes como Ramón Mendoza o el doctor Cabezas o Jesús Gil.

 

 

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Juan Antonio Morales Gutiérrez
moralesgutierrez@telefonica.net

Después de "Una memoria sin rencor", Juan Antonio Morales Gutiérrez y Belén Morales Pérez, padre e hija, presentan la segunda entrega de la trilogía, que es independiente de la primera. Pese a que algunos de sus personajes principales aparecen en ambas narraciones, "Secuelas de una guerra" no es una continuación de aquella; aunque comparten el mismo espíritu y denominador común: narrar acontecimientos históricos con nombres y hechos verdaderos. Este segundo volumen se inicia en julio de 1936, con el asalto al cuartel de la Montaña en Madrid, continúa con los sucesos de Paracuellos del Jarama y finaliza en la primavera de 1981, tras el fallido golpe de Estado del 23-F. Pedro Rivera, alcalde derechista de Gerindote (Toledo), huye a Madrid tras ser expulsado de su pueblo después de la victoria del Frente Popular en los comicios de febrero de 1936. Tras el golpe de militar del 18 de julio, esconde en su portería del barrio de Argüelles a un exministro de la CEDA perseguido por la revolución miliciana, Federico Salmón Amorín. El destino de ambos es la cárcel Modelo de la capital y su posterior asesinato en Paracuellos del Jarama. Después aparecen nuevos personajes, todos ellos militantes del Partido Comunista, uno de los cuales interviene desde el exilio en la resistencia contra el régimen de Hitler y la frustrada invasión del Valle de Arán. Cada uno de sus episodios ha sido extraído fielmente de un hecho verídico; cada uno de ellos tiene una existencia real y una personalidad auténtica. Esta es la historia de esos hombres que sobrevivieron o murieron luchando contra el fascismo. "Secuelas de una guerra" es una novela de reconciliación, de amores, sentimientos y de ausencias, que utiliza el recurso de hacer regresar al pasado bélico a sus protagonistas, mientras relatan cómo vivieron la posguerra y la transición democrática en España.

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