Evadidos de Quismondo

Quismondo en la Guerra Civil

Quismondo.

Pedro Zamorano Díaz fue la persona más influyente en Quismondo en todo el periodo de la Segunda República. Este agricultor de clase media, afiliado al sindicato U.G.T. desde 1931. Con 30 años de edad ya  fue designado primer alcalde republicano, cargo que ostentó hasta 1934. Fue un gran impulsor de la Reforma Agraria.  Después, con la victoria del Frente Popular en las elecciones de febrero de 1936, volverá al Ayuntamiento para presidir, nuevamente, la corporación municipal. Con la euforia frentepopulista tras dicha victoria electoral, y al amparo de las nuevas reformas agrarias, ya no tendría frenos a la hora de colectivizar las fincas “Guadañillas”, “La Quemada”, “Quinto del Moro” y “Cruz Verde”. Como tampoco tendría reparos el primer edil en detener, en el mes de mayo de 1936, al vecino de ideología conservadora, Buenaventura Yánez Mateo, que pasó unos meses en la prisión de Toledo por amanerar al primer edil con una escopeta tras un conflicto laboral surgido a raiz de una contratación municipal.

La barrera divisoria o bicefalia de poderes sobre la actuación de los  alcaldes de cada pueblo ante la creación de los Comités Revolucionarios, está perfectamente clara y definida en Quismondo. Aquí, se  creó el Comité de Guerra, a cuyo frente se encontraba Quintín Rico Recio, y el Comité administrativo, gestionado por el alcalde. Éste no tardó en requisar todos los animales, cosechas y enseres de las fincas arriba citadas. En sendas órdenes firmadas por él, en fecha 26 de agosto del 36, dirigidas a los propietarios Mariano del Castillo Chuvieco, Celso Cruz del Castillo y José Tapias Merchán, les imponía la obligación de entregar 276 ovejas, 20 toros, 63 vacas y 4 vagones de trigo. En otra orden de incautación de Zamorano decía textualmente: “Queda requisada la panadería, según orden del Ministerio de Guerra, para abastecer a los milicianos que están luchando en el frente de batalla para aplastar la intentona fascista”

Fue el alcalde de la comarca más implicado en al Reforma Agraria antes de estallar la guerra; y después, al frente del Comité local realizó personalmente una gran actividad. Después, pasaría a engrosar las filas del PSOE para ocupar el cargo de Presidente del Consejo de Administración de Fincas Incautadas, dependiente del Ministerio de Agricultura.

El asesinato del cura párroco, Ignacio García Cabañas, y no las obligadas incautaciones y  multas, fue lo que conmocionó a la población, máxime cuando fueron vecinos de la localidad los que intervinieron en su muerte. También se buscaba la complicidad del Comité local en los asesinatos de la familia Yuste. Tres miembros de ésta, vecinos de Santa Cruz del Retamar, fueron conducidos desde esta localidad hasta el vecino cementerio de Quismondo donde fueron asesinados el 29 de julio del 36. Se quiso implicar al alcalde, Pedro Zamorano, con testigos falsos que decían que el cementerio estaba abierto y que los caminos libres para dar paso a los asesinos… (Continuará)

 

Valora este artículo post
Juan Antonio Morales Gutiérrez
moralesgutierrez@telefonica.net

Después de "Una memoria sin rencor", Juan Antonio Morales Gutiérrez y Belén Morales Pérez, padre e hija, presentan la segunda entrega de la trilogía, que es independiente de la primera. Pese a que algunos de sus personajes principales aparecen en ambas narraciones, "Secuelas de una guerra" no es una continuación de aquella; aunque comparten el mismo espíritu y denominador común: narrar acontecimientos históricos con nombres y hechos verdaderos. Este segundo volumen se inicia en julio de 1936, con el asalto al cuartel de la Montaña en Madrid, continúa con los sucesos de Paracuellos del Jarama y finaliza en la primavera de 1981, tras el fallido golpe de Estado del 23-F. Pedro Rivera, alcalde derechista de Gerindote (Toledo), huye a Madrid tras ser expulsado de su pueblo después de la victoria del Frente Popular en los comicios de febrero de 1936. Tras el golpe de militar del 18 de julio, esconde en su portería del barrio de Argüelles a un exministro de la CEDA perseguido por la revolución miliciana, Federico Salmón Amorín. El destino de ambos es la cárcel Modelo de la capital y su posterior asesinato en Paracuellos del Jarama. Después aparecen nuevos personajes, todos ellos militantes del Partido Comunista, uno de los cuales interviene desde el exilio en la resistencia contra el régimen de Hitler y la frustrada invasión del Valle de Arán. Cada uno de sus episodios ha sido extraído fielmente de un hecho verídico; cada uno de ellos tiene una existencia real y una personalidad auténtica. Esta es la historia de esos hombres que sobrevivieron o murieron luchando contra el fascismo. "Secuelas de una guerra" es una novela de reconciliación, de amores, sentimientos y de ausencias, que utiliza el recurso de hacer regresar al pasado bélico a sus protagonistas, mientras relatan cómo vivieron la posguerra y la transición democrática en España.

Sin comentarios

Escribir un comentario