La huelga campesina de junio de 1934.

Estos son los primeros textos de nuestro libro Orígenes de la Guerra Civil en la comarca de Torrijos (Toledo, 2020)

Los preámbulos de los sucesos de Octubre comenzaron con la huelga campesina de junio, la cual se inició en 38 provincias y afectó a más de 700 municipios. Se mantuvo con todo el empuje hasta los días 9 o 10 de junio de 1934. A partir del 11 solo continuará en aquellas zonas de mayor militancia socialista como Gerindote, Maqueda o Novés, y excepcionalmente en La Puebla de Montalbán, donde la derecha había ganado ampliamente los últimos comicios. El Gobierno tomó la decisión de ilegalizarla, tipificando la recogida de cosecha como “servicio público”, pero lo cierto fue que la protesta sirvió para debilitar a la FETT-UGT de una manera muy eficaz y desmantelar buena parte de los sindicatos agrarios.

El movimiento huelguístico supuso para Santa Olalla la destitución del alcalde, Manuel Arroyo, y la clausura de la Casa del Pueblo. Ocurrió que los miembros de la Sociedad Obrera tenían el ánimo muy crispado y aprovecharon el momento para exigir, por enésima vez, además de sus reivindicaciones laborales, la parte que les correspondía del legado de doña Elisa. Esta era una rica señora que había fallecido legando una pequeña parte de su herencia a los “pobres” de la localidad, entre otras disposiciones testamentarias.

Como era de esperar las advertencias jornaleras se cumplieron en Santa Olalla con la gran manifestación del 10 de junio de 1934. Entre los gritos que demandaban pan y trabajo, Luís Ramos Fuentes, cabo de la Benemérita fue descabalgado de su caballo y le sería sustraía el arma reglamentaria. Mientras Arroyo intentaba pacificar los ánimos, impidiendo con su propio cuerpo que las reivindicaciones acabaran de forma sangrienta, el guardia civil cayó al suelo. Entre el tumulto y la confusión generada, la autoría de quien agredió al soldado no quedó clara y fue precisa la declaración de testigos presenciales. Sea como fuere, lo cierto es que serían detenidos los huelguistas Cesáreo Rodríguez López, «Echaura» y Gregorio Garrido Escobedo, «Machaco», para su posterior ingreso en prisión en la que pasarían una larga estancia (hasta la amnistía de febrero del 1936). Por su parte, Arroyo, recibió la llamada telefónica del Gobernador de Toledo ordenando su destierro a Madrid y la destitución inmediata del cargo.

Pero el municipio más activo de la comarca de Torrijos en junio de 1934 fue La Puebla de Montalbán. Aquí ya en el mes de mayo, la Sociedad Obrera “El Progreso Agrícola” comunicó formalmente al Ayuntamiento que “a partir del día 5 de junio,  a las 6 horas de la mañana sus miembros declararán la huelga campesina”. La convocatoria de esta huelga había sido previamente acordada en la Casa del Pueblo y posteriormente publicada mediante pregón divulgado por el alguacil municipal. Las demandas laborales fueron entregadas por escrito: cumplimiento de las bases de trabajo, turnos rigurosos en la contratación de forasteros y restricciones en el uso de maquinaria, entre otras. El Gobernador Civil, conminó mediante telegrama al alcalde a la suspensión de la misma y vaticinó  “que la huelga pudiera perjudicar a las operaciones de la próxima y espléndida cosecha que se avecina”.

Fotografía tomada del archivo Rodríguez. Negociando las condiciones de la huelga en algún lugar de Toledo.

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Juan Antonio Morales Gutiérrez
moralesgutierrez@telefonica.net

Después de "Una memoria sin rencor", Juan Antonio Morales Gutiérrez y Belén Morales Pérez, padre e hija, presentan la segunda entrega de la trilogía, que es independiente de la primera. Pese a que algunos de sus personajes principales aparecen en ambas narraciones, "Secuelas de una guerra" no es una continuación de aquella; aunque comparten el mismo espíritu y denominador común: narrar acontecimientos históricos con nombres y hechos verdaderos. Este segundo volumen se inicia en julio de 1936, con el asalto al cuartel de la Montaña en Madrid, continúa con los sucesos de Paracuellos del Jarama y finaliza en la primavera de 1981, tras el fallido golpe de Estado del 23-F. Pedro Rivera, alcalde derechista de Gerindote (Toledo), huye a Madrid tras ser expulsado de su pueblo después de la victoria del Frente Popular en los comicios de febrero de 1936. Tras el golpe de militar del 18 de julio, esconde en su portería del barrio de Argüelles a un exministro de la CEDA perseguido por la revolución miliciana, Federico Salmón Amorín. El destino de ambos es la cárcel Modelo de la capital y su posterior asesinato en Paracuellos del Jarama. Después aparecen nuevos personajes, todos ellos militantes del Partido Comunista, uno de los cuales interviene desde el exilio en la resistencia contra el régimen de Hitler y la frustrada invasión del Valle de Arán. Cada uno de sus episodios ha sido extraído fielmente de un hecho verídico; cada uno de ellos tiene una existencia real y una personalidad auténtica. Esta es la historia de esos hombres que sobrevivieron o murieron luchando contra el fascismo. "Secuelas de una guerra" es una novela de reconciliación, de amores, sentimientos y de ausencias, que utiliza el recurso de hacer regresar al pasado bélico a sus protagonistas, mientras relatan cómo vivieron la posguerra y la transición democrática en España.

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