Fosa de la Guerra Civil en Torrijos (Toledo)

              Este texto ha sido tomado de nuestro libro Orígenes de la Guerra Civil en la comarca de Torrijos (Toledo, 2020)

La mayoría de las muertes anteriores  a la constitución de los tribunales militares, a principios de 1937, no quedaron registradas en ningún lugar. Esa primera oleada de terror vino de la mano de las tropas marroquíes del ejército africano, así como de los falangistas andaluces y canarios; en muchas ocasiones inducidos por los propios familiares de las víctimas. Dejaron a decenas de vecinos soterrados en las cunetas, en las tapias de los cementerios o allí donde caían abatidos. Cualquier sitio era bueno para matar y abandonar los cadáveres, pero su destino final será el llamado “pozo del camino de la Vega”.

Este pozo, ya desaparecido, tenía unos cuatro metros de diámetro. Era el típico de la huerta torrijeña e hizo las veces de fosa común de una cifra indeterminada de muertos, superior al medio centenar. Se encontraba ubicado al final de la citada travesía urbana, hoy calle Gibraltar Español, en una era sobre la que años después se edificó una nave industrial. Pero antes de levantar esta nueva construcción, en el año 1980, el Ayuntamiento de Torrijos acordó, a petición del Partido Comunista, la exhumación de dicho restos para trasladarlos al nuevo cementerio. Aquí, Macario Gutiérrez, el enterrador, excavó una sepultura para dar acogida a dichos restos exhumados, siguiendo las indicaciones municipales. En esta tumba,  denominada por el empleado como “restos del pozo”, se depositó todo el osario humano encontrado en el camino de la Vega.

 

En la foto, colección del autor, aparece señalado con una flecha el lugar donde estuvo ubicada una fosa de la Guerra Civil en Torrijos.

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Juan Antonio Morales Gutiérrez
moralesgutierrez@telefonica.net

Después de "Una memoria sin rencor", Juan Antonio Morales Gutiérrez y Belén Morales Pérez, padre e hija, presentan la segunda entrega de la trilogía, que es independiente de la primera. Pese a que algunos de sus personajes principales aparecen en ambas narraciones, "Secuelas de una guerra" no es una continuación de aquella; aunque comparten el mismo espíritu y denominador común: narrar acontecimientos históricos con nombres y hechos verdaderos. Este segundo volumen se inicia en julio de 1936, con el asalto al cuartel de la Montaña en Madrid, continúa con los sucesos de Paracuellos del Jarama y finaliza en la primavera de 1981, tras el fallido golpe de Estado del 23-F. Pedro Rivera, alcalde derechista de Gerindote (Toledo), huye a Madrid tras ser expulsado de su pueblo después de la victoria del Frente Popular en los comicios de febrero de 1936. Tras el golpe de militar del 18 de julio, esconde en su portería del barrio de Argüelles a un exministro de la CEDA perseguido por la revolución miliciana, Federico Salmón Amorín. El destino de ambos es la cárcel Modelo de la capital y su posterior asesinato en Paracuellos del Jarama. Después aparecen nuevos personajes, todos ellos militantes del Partido Comunista, uno de los cuales interviene desde el exilio en la resistencia contra el régimen de Hitler y la frustrada invasión del Valle de Arán. Cada uno de sus episodios ha sido extraído fielmente de un hecho verídico; cada uno de ellos tiene una existencia real y una personalidad auténtica. Esta es la historia de esos hombres que sobrevivieron o murieron luchando contra el fascismo. "Secuelas de una guerra" es una novela de reconciliación, de amores, sentimientos y de ausencias, que utiliza el recurso de hacer regresar al pasado bélico a sus protagonistas, mientras relatan cómo vivieron la posguerra y la transición democrática en España.

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