Final de la guerra en Santa Olalla (Toledo)

Este texto del final de la Guerra Civil está tomado de nuestro libro Orígenes de la Guerra Civil en la comarca de Torrijos (Toledo, 2020)

En Santa Olalla, al no existir prisión municipal, se utilizó el céntrico y deshabitado caserón de doña Elisa, situado en la plaza, como recinto para detenidos. Después, algunos quedaron provisionalmente en libertad y otros muchos fueron trasladados a la cárcel de La Seda, en Talavera; pero la gran mayoría serían juzgados por los tribunales militares. El casi centenar de arrestados esperaban hacinados la determinación que las autoridades franquistas iban a tomar con sus vidas. Algunos  conseguirían su libertad provisional, con la simple obligación de acudir periódicamente al Ayuntamiento y la prohibición de salir de la localidad sin salvoconducto. Sin embargo, muchos se arrepentirían de haber regresado a sus domicilios ante la creencia de que, al no haber estado implicado en delitos de sangre, su vida no correría peligro. No obstante, para la gran mayoría de los que no volvieron también habría  castigo.

De aquel grupo de 92 reclusos, el que primero encontraría la muerte sería Eugenio de la Vega Plaza, alcalde de Santa Olalla desde junio de 1934 hasta la primavera de 1936. Éste optó por el suicidio el día 28 de agosto de 1939. Se ha indagado con mayor interés el caso de Eugenio porque una modalidad de tortura, muy propia de los primeros meses de la posguerra, era la protagonizada por jóvenes falangistas y familiares de las víctimas de aquel verano de 1936, que hacían visitas a las cárceles para propinar terribles palizas a los presos. Algunas de estas agresiones acabaron con la vida de más de uno, cuyo certificado de defunción era falseado con la palabra “muerte por ahorcamiento” o “shock traumático”, para hacer creer que la muerte se produjo por suicidio. Pero éste no fue el caso de Eugenio de la Vega Plaza, aunque la causa del fallecimiento en su certificado dijera «asfixia por suspensión o colgadura»

 

Fofografía aérea colección del autor. Plaza de Santa Olalla. En ella se puede apreciar el «Caserón de doña Elisa», frente al ayuntamiento, que sirvió de prisión municipal en abril de 1939.

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Juan Antonio Morales Gutiérrez
moralesgutierrez@telefonica.net

Después de "Una memoria sin rencor", Juan Antonio Morales Gutiérrez y Belén Morales Pérez, padre e hija, presentan la segunda entrega de la trilogía, que es independiente de la primera. Pese a que algunos de sus personajes principales aparecen en ambas narraciones, "Secuelas de una guerra" no es una continuación de aquella; aunque comparten el mismo espíritu y denominador común: narrar acontecimientos históricos con nombres y hechos verdaderos. Este segundo volumen se inicia en julio de 1936, con el asalto al cuartel de la Montaña en Madrid, continúa con los sucesos de Paracuellos del Jarama y finaliza en la primavera de 1981, tras el fallido golpe de Estado del 23-F. Pedro Rivera, alcalde derechista de Gerindote (Toledo), huye a Madrid tras ser expulsado de su pueblo después de la victoria del Frente Popular en los comicios de febrero de 1936. Tras el golpe de militar del 18 de julio, esconde en su portería del barrio de Argüelles a un exministro de la CEDA perseguido por la revolución miliciana, Federico Salmón Amorín. El destino de ambos es la cárcel Modelo de la capital y su posterior asesinato en Paracuellos del Jarama. Después aparecen nuevos personajes, todos ellos militantes del Partido Comunista, uno de los cuales interviene desde el exilio en la resistencia contra el régimen de Hitler y la frustrada invasión del Valle de Arán. Cada uno de sus episodios ha sido extraído fielmente de un hecho verídico; cada uno de ellos tiene una existencia real y una personalidad auténtica. Esta es la historia de esos hombres que sobrevivieron o murieron luchando contra el fascismo. "Secuelas de una guerra" es una novela de reconciliación, de amores, sentimientos y de ausencias, que utiliza el recurso de hacer regresar al pasado bélico a sus protagonistas, mientras relatan cómo vivieron la posguerra y la transición democrática en España.

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