¿Reformismo o Revolución? La política reformista de la Segunda República Española

¿Reformismo o Revolución? La política reformista de la Segunda República Española

La Segunda República Española (1931-1939) sigue siendo uno de los periodos más debatidos de la historia contemporánea de España. Su valoración —ya sea como éxito, fracaso o frustración— se analiza, en gran medida, a partir del alcance y los resultados de su ambicioso programa de reformas. En apenas dos años y medio, el régimen impulsó cambios legislativos y estructurales de gran envergadura, pero tuvo que enfrentarse a una creciente oposición política, social e institucional que acabaría condicionando su supervivencia.

Críticas desde la derecha y temor a la revolución

Desde sus inicios, amplios sectores conservadores acusaron a la República de aplicar reformas poco realistas y de ignorar los intereses del mundo tradicional y católico. La confusión entre “República” y “Revolución” fue habitual: para parte de la derecha, cualquier voluntad de cambio se interpretaba como una amenaza de transformación social radical, mientras que ciertos sectores obreros veían las medidas como un refuerzo del orden capitalista.

Límites a la propiedad privada y respeto al capitalismo

El marco legal republicano introdujo una novedad: la limitación del derecho absoluto a la propiedad privada en favor de su utilidad social. Este principio, que más tarde incluirían muchas constituciones tras la Segunda Guerra Mundial, no supuso una ruptura con el capitalismo. Las reformas respetaron el sistema económico vigente, aunque intentaron corregir sus desequilibrios.

Un programa más ambicioso que otras democracias de su época

Las reformas republicanas superaron en ambición a las de muchos regímenes democráticos coetáneos. Entre las más destacadas:
• Reforma agraria para modernizar el campo.
• Cambios en las relaciones laborales.
• Laicización del Estado y separación Iglesia-Estado.
• Reforma territorial bajo el modelo de “Estado integral”.
• Universalización del derecho a la educación.
• Reforma militar para modernizar las Fuerzas Armadas.
Como afirman los historiadores Julián Casanova y Carlos Gil Andrés:
“Nunca en la historia de España se había asistido a un período tan intenso de cambio y conflicto, logros democráticos y conquistas sociales”.

Reformas sin ruptura total con el poder tradicional

Pese a su ímpetu reformista, tras la proclamación del régimen gran parte de los factores de poder social y económico del periodo anterior siguieron intactos. Los gobiernos republicanos cometieron errores que minaron el éxito de sus políticas:
• Falta de priorización de las reformas.
• Ausencia de coordinación entre medidas.
• Insuficiencia de recursos presupuestarios.
• Carencia de un plan para garantizar la continuidad del proyecto.

Un contexto económico adverso

La Gran Depresión mundial golpeó duramente a España: desempleo masivo, radicalización sindical y tensiones sociales marcaron el clima político. El apoyo social al régimen se fue reduciendo:
• Las clases conservadoras veían las reformas como la antesala de una revolución.
• Parte de la clase obrera las consideraba insuficientes para transformar el sistema.
Esto favoreció el auge de posturas extremistas: el socialismo radicalizado por la izquierda y el cedismo por la derecha.

Polarización y falta de consenso constitucional

La República no logró un acuerdo básico sobre el modelo de Estado. Persistieron divisiones irreconciliables en cuestiones clave:
• Centralismo o federalismo.
• Estado laico o confesional.
• Enfoque reformista o conservador.
Temas como la religión, la educación, la cuestión agraria y la organización territorial actuaron como ejes de polarización política. Esto desembocó en boicot institucional y una oposición activa contra el nuevo régimen.

Problemas con el aparato estatal y militar

El gobierno republicano nunca contó con el apoyo incondicional del Ejército ni de todo el aparato estatal. La dureza de las intervenciones para mantener el orden público erosionó su legitimidad. Algunos autores incluso sostienen que España nunca llegó a tener un Estado plenamente republicano antes de 1936.

Reformas necesarias, pero sin base social sólida
La estrategia republicana de acometer cambios profundos para modernizar el país tuvo un efecto paradójico: intensificó la conflictividad antes de consolidar una base de apoyo amplia.
La ineficacia en la gestión de las reformas dividió a las fuerzas republicanas (PRR a la derecha, PSOE a la izquierda) y dio alas a una reacción derechista que acabaría precipitando el final del régimen.

Una caída diferente a otras democracias europeas

A diferencia de otros países —como Italia, Portugal, Austria, Alemania o Checoslovaquia—, la Segunda República Española no se derrumbó sin resistencia, sino que fue derrocada tras una larga y sangrienta Guerra Civil. Contra todo pronóstico, el Estado republicano resistió durante meses antes de ser derrotado militarmente. Su final no se debió a una invasión extranjera, como en el caso de Checoslovaquia, Noruega o Francia, sino a circunstancias internas de índole política, social y económica.

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Juan Antonio Morales Gutiérrez
moralesgutierrez@telefonica.net

Después de "Una memoria sin rencor", Juan Antonio Morales Gutiérrez y Belén Morales Pérez, padre e hija, presentan la segunda entrega de la trilogía, que es independiente de la primera. Pese a que algunos de sus personajes principales aparecen en ambas narraciones, "Secuelas de una guerra" no es una continuación de aquella; aunque comparten el mismo espíritu y denominador común: narrar acontecimientos históricos con nombres y hechos verdaderos. Este segundo volumen se inicia en julio de 1936, con el asalto al cuartel de la Montaña en Madrid, continúa con los sucesos de Paracuellos del Jarama y finaliza en la primavera de 1981, tras el fallido golpe de Estado del 23-F. Pedro Rivera, alcalde derechista de Gerindote (Toledo), huye a Madrid tras ser expulsado de su pueblo después de la victoria del Frente Popular en los comicios de febrero de 1936. Tras el golpe de militar del 18 de julio, esconde en su portería del barrio de Argüelles a un exministro de la CEDA perseguido por la revolución miliciana, Federico Salmón Amorín. El destino de ambos es la cárcel Modelo de la capital y su posterior asesinato en Paracuellos del Jarama. Después aparecen nuevos personajes, todos ellos militantes del Partido Comunista, uno de los cuales interviene desde el exilio en la resistencia contra el régimen de Hitler y la frustrada invasión del Valle de Arán. Cada uno de sus episodios ha sido extraído fielmente de un hecho verídico; cada uno de ellos tiene una existencia real y una personalidad auténtica. Esta es la historia de esos hombres que sobrevivieron o murieron luchando contra el fascismo. "Secuelas de una guerra" es una novela de reconciliación, de amores, sentimientos y de ausencias, que utiliza el recurso de hacer regresar al pasado bélico a sus protagonistas, mientras relatan cómo vivieron la posguerra y la transición democrática en España.

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